Han pasado 7 años desde
la última entrada del blog. Me he comprado una casa, he engordado, he adelgazado,
he vuelto a engordar, me he quedado calvo, he viajado, he aprendido cosas, he
pasado por la universidad…
En este tiempo he hecho
como todo el mundo, tener un móvil cojonudo, yo que solo lo quería para llamar,
he compartido tonterías graciosas en facebook, he enviado whatssapps de manos
con pulgar en alto, de mierdas con ojos…
He colgado fotos con
autotune en Instagram de lo que como, de lo que bebo, de las puestas de sol que
veo, de la casa de la playa, de la luna llena desde la terraza...
Empecé a contar likes, a
ver las fotos de mis amigos, de comidas coloridas, de ver en Facebook los
kilómetros que corrían a lo Kilian Jornet, de sus mascotas (como las odio, mataría a todos esos gatos y perros), de los
viajes cojonudos a tomar por culo, siempre sonriendo con fotos coloridas. Todos
sonriendo como encocados, niños y mayores. Todos contentos, empezaba a parecer
un capítulo de black mirror.
Y me cansé. Vi lo vacía
que estaban las vidas de la gente que cuelga fotos cojonudas, donde todos
sonríen y algunos tarados hasta se hacen fotos con un palo. Vi lo vacía que
estaba mi vida salvo por un par de cosas.
Y añoré tiempos pasados,
cuando se hacían fotos en las que siempre salía con los ojos cerrados, de
cuando el mundo era color mierda y salían más fotos feas que chulas. Cuando la
gente escribía cosas y no colgaba un dónde estoy o que estoy haciendo.
Y en esas que a mi hijo,
que ya tiene las pelotas semioscuras, le conté que hace muchos años hacía un
blog. Le comenté que había gente que lo leía, que era divertido…. Y me propuso
hacer uno los dos.
Y le respondí:
- - ¿Por qué no?
Pancho borracho calentado a una milf.
Y le has enseñado aquellos posts? porque eran bien divertidos
ResponderEliminarLe ha explicado los posts, se los ha enseñado, le ha hablado del otro blog...
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